La hora del cuento.
Un andar lento por las calles polvorientas del pueblo lo hacía aun mayor de lo que era. Don Francisco, conocido como "el sabio", porque tiempo atrás fue maestro de la escuela nacional, no perdía ni una oportunidad de establecer lazos con los vecinos. Por ello todos lo saludábamos con mucho respeto. Frecuentaba el club social, tenía muchos amigos interesados en ampliar conocimientos sobre todo en contabilidad y otros temas en general.
Mi primo Gerardo, hijo de tía Sara hermana mayor de papá, nos contaba cómo eran sus clases apasionantes, él tuvo la suerte de ser alumno de él y esta es una forma de rendirle homenaje haciendo una descripción de las horas del cuento, nos contó uno de los tantos narrados por aquel entonces cuando la escuela era el ámbito de la concreción de sueños y fue el siguiente:
Mi primo Gerardo, hijo de tía Sara hermana mayor de papá, nos contaba cómo eran sus clases apasionantes, él tuvo la suerte de ser alumno de él y esta es una forma de rendirle homenaje haciendo una descripción de las horas del cuento, nos contó uno de los tantos narrados por aquel entonces cuando la escuela era el ámbito de la concreción de sueños y fue el siguiente:
CUENTO
REUNIÓN EN LA PLAZA
Esta es la historia de
un niño llamado Julián a quien le gusta mucho cuidar animalitos, las plantas,
las aves, se pasa los días jugando con su inseparable amigo, un pequeño e
inquieto perrito color café con leche.
"Todas las mañanas su
perro llamado “Quimba” lo despierta saltando a su cama y juntos toman un rico
desayuno cerca de la ventana mientras ven los pajaritos volar y cantar bellas
melodías que alegran el corazón.
Al terminar se viste
rápidamente y baja las escaleras corriendo, recoge su mochila, da un beso a papá y mamá y sale a toda
velocidad con su bicicleta acompañado por su perro que corre a su lado tan
rápido como puede.
Siempre, antes de ir al
colegio pasa por la plaza y saca de su mochila una enorme bolsa con cereales que desparrama cerca de los rosales
para que los pajaritos bajen a comer.
De allí, se dirige
directo a la esuela donde en la puerta, al lado de su bicicleta lo esperará
toda la mañana su fiel amigo.
Cuando toca el último
timbre al mediodía, un remolino de niños llena la calle. Corren y gritan
alegres, saludan al perro, quien no deja de mirar hacia la puerta hasta ver salir a Julián, ahí sí, su cola se agita
contenta y ladra hasta que su dueño monta la bicicleta y juntos regresan a
casa.
Pasan la tarde jugando
en la plaza, recorriendo lugares donde encuentran perritos abandonados, o
pajaritos lastimados, entonces lo llevan a casa hasta curarlos o
conseguir una nueva familia para ellos.
Cierto día, como todas
las mañanas Julián y su perro partieron para el colegio.
Pasaron por la plaza,
desparramaron los cereales para los
pajaritos y al llegar al colegio, el niño dejó la bicicleta, como siempre,
saludó a su perrito con una palmadita en la cabeza y le dijo: -Pórtate bien, no
ladres mucho ni hagas lío.
Su perro ladró dos veces
como entendiendo a su dueño, giró en el mismo lugar y se hecho mirando como
Julián se perdía entre los demás niños.
Al tocar el timbre de
salida con asombro el niño se encontró con que su perro no estaba. ¿Habrá
regresado a casa? Pensó, a lo mejor tenía hambre o sed y no pudo esperarme.
Tomó su bicicleta y con
preocupación volvió a su hogar con la esperanza de encontrar a su perro. Pero
qué desilusión, cuando llegó él no
estaba allí. ¿Qué hacer?, ¿Cómo empezar?, ¿Por dónde buscarlo si nunca
antes había pasado esto?
Empezó a pegar por todos
lados la foto de su mejor amigo, su papá buscaba por las calles, su mamá hacía
la comida preferida de “Quimba” y la ponía en el jardín para que el aroma lo
ayudara a volver a casa.
Pasaron los días y no se
sabía nada del perro, Julián empezaba a perder las ilusiones de encontrarlo y
muy triste se puso a llorar en la plaza.
De repente oyó una
vocecita suave que le decía: -¿Por qué estás tan triste?-, cuando giró, no pudo
dejar de sorprenderse, uno de los pajaritos a quien él todas las mañanas le
llevaba comida le estaba hablando y acariciando la mejilla mojada por las
lágrimas.
Julián le contó lo que
le estaba pasando y lo triste que se sentía porque extrañaba mucho a su perro.
–No te preocupes- le dijo el pajarito,
-nosotros te ayudaremos a encontrarlo- . Somos muchos y podemos recorrer toda
la ciudad volando en pocas horas. Así que se reunieron todos los pájaros en la
plaza y organizaron un plan para encontrar al perro del niño.
Los gorriones volaron
hacia el este cubriendo el cielo de
color gris, atrás de ellos salieron hacia el oeste las palomas en un vuelo
lento y armonioso, los pájaros carpinteros marcaron su rumbo hacia el sur con
crucecitas en los troncos de los árboles y los jilgueros silbaban una canción
mientras se dirigían al norte.
La ciudad se había
paralizado, todos los niños corrían detrás de los pájaros como queriendo
acompañarlos en su vuelo, las calles estaban desiertas, el viento soplaba
suavemente sobre la copa de los árboles quienes parecían danzar una triste
melodía mientras sus hojas caían sobre la ciudad.
Mientras tanto Julián
esperaba angustiado, las horas pasaban y
su perrito no parecía. Cuando de repente… el cielo brilló y se llenó de
pajaritos que cantaban y bailaban de un lado a otro. Al niño se le iluminaron
los ojos y comenzó a sonreír, sentía en su corazón que traían buenas noticias.
Y… fueron tan buenas
noticias que vio a su perrito venir corriendo y saltando por la plaza guiado
por los pájaros hasta donde estaba él arrodillado esperándolo con los brazos
abiertos.
Se abrazaron y estaban
muy felices, se habían extrañado tanto… Cuando el niño limpió todas sus
lágrimas, se dio cuenta que por detrás de su fiel amigo vino una hermosa
perrita blanca y marrón. Era la nueva familia de su perro. Julián volvió a reír
de felicidad, no solo porque había recuperado a su perro a quien él tanto
quería. Sino que ahora serían más para
salir de aventuras todas las tardes.
Después de ese día, la
plaza es el lugar más lindo de la ciudad, el sol brilla más que nunca, las
mariposas revolotean junto a las abejas sobre los jazmines que impregnan con su
aroma todo el lugar, los niños traen sus mascotas para jugar con ellas, los
pajaritos eligen las ramas de estos árboles para hacer sus nidos y como siempre
están Julián y su perro quienes ahora tienen cientos de amigos para compartir
nuevas historias."
Autor
anónimo
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¿Qué tal amigos? Creo en estos momentos de desarrollo de la creatividad, Siempre llevamos el niño dentro, a veces actuamos como tales, es nuestra experiencia lo que nos hace únicos. Así que... en fin:
Les deseo una feliz jornada de cuentos.
¿Qué tal amigos? Creo en estos momentos de desarrollo de la creatividad, Siempre llevamos el niño dentro, a veces actuamos como tales, es nuestra experiencia lo que nos hace únicos. Así que... en fin:
Les deseo una feliz jornada de cuentos.
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