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Mostrando las entradas de noviembre, 2017

Un hecho muy triste en mi país.

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"Si todos los hombres del mundo..." Así se llamaba una película que vi hace mucho tiempo, donde un buque de algún país se encontraba en peligro y sus tripulantes a punto de perderse en el mar bajo una fuerte tormenta. A la deriva, luego de alcanzar a pedir auxilio, toda comunicación se perdió, en medio del océano, de noche viviendo situaciones desesperantes.   Ese pedido de auxilio lo recibió otro buque a una gran distancia y eso produjo un encadenamiento acelerado de socorro, de todos los países que acudieron a ayudar en el rescate sin ninguna esperanza de hallarlos con vida.  En la película, las naciones intervinientes se vieron así mismos como salvavidas,   no existían divisiones políticas, nada de conflictos, solo eran seres humanos acudiendo desesperadamente  en ayuda de otros sin  saber qué bandera tenían. Claro, era un film, con final feliz. ¡LOS RESCATARON! Todos celebraron el logro que en conjunto pudieron; porque al fin comprendieron que somos un so

La hora del cuento.

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Un andar lento por las calles polvorientas del pueblo lo hacía aun mayor de lo que era. Don Francisco, conocido como "el sabio", porque tiempo atrás fue maestro de la escuela nacional, no perdía ni una oportunidad de establecer lazos con los vecinos. Por ello todos lo saludábamos con mucho respeto. Frecuentaba el club social, tenía muchos amigos interesados en ampliar conocimientos sobre todo en contabilidad y otros temas en general. Mi primo Gerardo, hijo de tía Sara hermana mayor de papá, nos contaba cómo eran sus clases apasionantes, él tuvo la suerte de ser alumno de él y esta es una forma de rendirle homenaje haciendo una descripción de las horas del cuento, nos contó uno de los tantos narrados por aquel entonces cuando la escuela era el ámbito de la concreción de sueños y fue el siguiente: CUENTO REUNIÓN EN  LA PLAZA Esta es la historia de un niño llamado Julián a quien le gusta mucho cuidar animalitos, las plantas, las aves, se pasa los días jugando c

El barrilete de Raúl.

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Es una hermosa tarde de martes por aquí en Luján, con mucho sol además de cálido y luminoso. La ciudad está tranquila, no amenazan tormentas ni ruidos extraños, todo es armonía. El trajín acelerado ya pasó, generalmente sucede por las mañanas. Ahora mismo mis ojos que apuntan al norte, se adueñan de un cielo plenamente celeste aunque... bueno, en plena contemplación recordé una estampa similar allá por los lejanos tiempos en los cuales los juegos infantiles hacían vibrar la presencia de la vida en mi amado Calchaquí. Les contaré sobre mi hermano mayor: Raúl, el inteligente, el mismo que terminaba la primaria y pronto se iría del hogar. Ya tenía doce como dije antes, en días cumpliría trece y habría en la casa una fiesta no solo de cumpleaños, sino tambien de despedida. Mis padres lo ingresarían en la escuela naval que quedaba muy, pero muy lejos donde haría una carrera completa y regresaría ya un señor con uniforme de esos impresionantes que se veían en las películas. No entendía