Una conmovedora historia.

Así de a poquito, encuentro en este mundo de fantasía, un milagro de amor y la comparto:

Despues de leer este texto, algo cambia en nuestro concepto cotidiano sobre la actualidad...
Esta historia la contó el Señor Isaac Hernández de la ciudad de Barquisimeto, país Venezuela. Hace bastante tiempo.

"La conocí la mañana del 10 de febrero de 2015, mientras iba de camino a mi hogar, a unos trescientos metros de la casa donde vivo hay un callejón solitario por el que suelo pasar. Ese día venía de hacer algunas compras, llevaba ropa nueva y un par de zapatos que adquirí en una tienda porque cumplían con las tres “B” (buenos, bonitos y baratos), me sentía contento con mi adquisición y quería llegar pronto para almorzar.
Mientras pasaba por el sitio mencionado, una aparición llamó mi atención sobremanera, era una especie de cadáver ambulante, un perro que a mi parecer estaba muerto en vida, es decir, me sorprendió mucho que un animal en ese estado pudiera aun caminar, yo he visto perros callejeros, hay muchos en la ciudad, pero ninguno como ese, me partió el corazón y quise darle algo de comer, pero en ese momento no tenía nada a la mano.
Caminé rápido a mi casa y busqué algo para llevarle, mi madre me había guardado carne y arroz para el almuerzo, por lo que tomé un poco de esa comida y se la llevé al animal. Cuando llegue estaba echada en el callejón, le coloqué la comida cerca y la engulló sin masticarla.
Ya no le quedaban fuerzas, en ese momento comprendí que si yo no le ayudaba nadie lo haría, por lo que me decidí, simplemente, a hacer lo más que pudiera por rescatarla, pensé que tal vez moriría pronto por su estado, aunque la ayudara, pero al menos alguien habría hecho algo por ella, valdría la pena si al menos le pudiera dar un día de felicidad.
Lo que hice fue lo siguiente, fui a la farmacia más cercana y compré un par guantes quirúrgicos, y luego  en una tienda y compré comida para perros, me regresé a mi casa y busqué una jaula metálica que tenía guardada, y me fui nuevamente hasta el lugar.
Cuando llegué al sitio la perra seguía echada, le ofrecí un poco de comida para que me dejara acercarme (no sabía si podía morderme) y luego de un rato, la tomé, la metí dentro de la jaula y me la llevé.
Un paso a la vez
Lo primero que hice al llegar a casa fue bañarla, era solo un montón de huesos, pero ¡tenían vida!, aun se podía salvar. Para mí la vida es lo más valioso que puede haber, quienes han pasado por situaciones de vida o muerte saben a lo que me refiero, cuando uno es joven o no ha enfrentado alguna situación extrema le parece que es inmortal, sabe que existe la muerte pero la ve como algo muy lejano que solo afecta a los demás, no entiende la fragilidad de la vida. Eso nos lleva a veces a poner el trabajo o el dinero por encima de la salud, pero basta con que te enfermes un día para que te des cuenta de la realidad.
Y bueno, les cuento que, en un principio no quise sacar fotos o tomar videos de la perra mientras la rescataba, porque he visto mucho en internet cómo hay personas que acostumbran hacer supuestas acciones benevolentes, como dar comida a los desamparados o regalarles un billete, solo para grabarlos y poner el video en Youtube, para tener miles de visitas. Esas personas a veces ganan más dinero en Youtube por esas visitas que el que invirtieron en sus supuestas acciones de caridad, hay una especie de mercantilización de la piedad, contrario a lo que dice el evangelio; “Que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha…”, pero aunque yo no quise sacar fotos al principio (luego comprendí que era necesario hacerlo y contar la historia).
Pregunta al que sabe
Las ganas de ayudar a veces no bastan, pues es necesario conocer la forma correcta de resolver el problema, y si no sabemos hay que preguntar al que sabe.
Yo no soy veterinario, no sé mucho de perros ni cómo curar sus enfermedades, razón por la cual decidí sacar algunas fotos al animal para llevarlas a un experto que me pudiera aconsejar las medicinas y el tratamiento correcto que le debía administrar.
Fui a la tienda de animales (tienda “El Pollito” en la Av. 20 de Barquisimeto) y los señores dueños, que me atendieron muy amablemente, me recomendaron en base a las imágenes y a lo que les expliqué sobre la perra, administrarle:
*Un desparasitante, ya que si tiene parásitos no recuperará peso por más que coma.
*Un complejo vitamínico vía oral, dado que la mala alimentación hizo que perdiera su pelo.
*Un spray mata gusanos para los parásitos de mosca que tenía a un costado.
*Un jabón especial “jabón de azufre” para ayudar a limpiar las costras de la piel.
Compré todas esas cosas y se las comencé a administrar. Solo hay que tener paciencia, y con los días los cambios se empiezan a notar,
Como pueden ver en las fotos anexas, en solo dos meses y medio la transformación fue total, y decidí llamarla “Amira”, que es “Princesa” en idioma árabe, es una perra sumamente cariñosa y con mucho amor para dar.
Quise compartir esta historia, porque tal vez anime a alguien más a hacer lo mismo con otro perro, a diferencia de los animales salvajes que se pueden cuidar por sí mismos, los perros están para ser cuidados por los humanos, son nuestra responsabilidad, y no se justifica, según mi parecer, que una animalita como esta esté en las condiciones en las que la encontré.
Pienso que, el principal obstáculo que tuve al rescatar a esta perra, fueron las personas que critican en lugar de ayudar, sin embargo, también hubo quienes me apoyaron y se unieron a mi lucha, solo hay que dar el primer paso, como siempre digo, Dios está de vacaciones, si queremos que algo cambie debemos cambiarlo nosotros, si tú mismo no haces algo por cambiar el mundo, por más que ores y reces, todo se quedará como está.
Un saludo y un abrazo, y hasta la próxima.
Isaac H.

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