El Cristal.
Había llegado la noche tímidamente sobre el cielo de Calchaquí. Casi no nos dimos cuenta por el movimiento dentro de la casa, mucho por hacer; al día siguiente, Domingo iríamos varias familias a disfrutar de las aguas cristalinas de la laguna que quedaba bastante lejos del pueblo. Previo permiso de los dueños de los campos que se debían cruzar para llegar. Era costumbre preparar las moneditas para regalarle al chico que abriría las tranqueras, cuatro en total. El camino no estaba en muy buenas condiciones, en el campo solo eran huellas dejadas por los carros. En nuestros pensamientos pedíamos por una jornada plena de sol, de lo contrario se suspendería el hermoso paseo programado, ya que ocurría muy de vez en cuando en los meses de vacaciones veraniegas. Las familias invitadas eran tres: Cifre, Rossini, Baroni. Los más allegados a papá. El transporte aportado para la ocasión, ya estaba estacionado frente a la casa de Don Cifre, ¡Un enorme camión! a nuestros ojos parecía una nav