Reflexionando.

Hace un tiempo cualquiera, de ésos que no importan mucho, que surgió desde algún recóndito lugar de mi memoria, esta necesidad de contar cómo se fue construyendo  mi propia historia de vida, la cual no deja de sorprenderme cuando busco explicación a los porqué rodeando el hecho de continuar con este imperioso deseo de vivir.
Según la información que he obtenido a lo largo de mis "Mil millones de años" que llevo como ser humano, sé que nací en  un pueblito de campaña llamado Calchaquí, ubicado en la provincia de Santa Fe. Muy humilde como todos los de su género, colmado de leyendas y costumbres mezcladas con exageraciones  según relatos de los lugareños. Las diferencias con los niños de hoy, las marcadas vivencias entre las que viví y las de una niña en este siglo XXI, me hacen reconocer que fui feliz con los juegos creados a mi manera, porque se trataba de estar "ocupada" mientras los mayores se dedicaban a sus quehaceres. Tuve hermanos, digo tuve, porque ya no están conmigo, hace tanto tiempo que no los veo, pero eso pertenece a un presente que aún no tengo tiempo concedido para contarlo.
Lo que más desarrollé en mis poquitos años, fue la imaginación para decidir qué era yo, para qué estaba allí en ése momento, porqué me sentía una heroína (de héroes), y cómo había llegado a esa conclusión. Dibujaba mis pensamientos armando sin saberlo mis propios libros de lectura. Aún no había comenzado a ir a la escuela, pero recibí sí un hermoso regalo, el primero en importancia intelectual: ¡Un Diccionario! Fue mi papá. El mejor maestro que tuve.

Continuaré.


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